Las verdades malsanas de la India | Libro

En cierto modo, el libro es profético. Una semana después de que llegara a las estanterías, la Corte Suprema tomó medidas enérgicas contra Patanjali de Baba Ramdev y pidió una disculpa pública después de que la Asociación Médica de la India (IMA) acusara a Ramdev de una campaña de difamación contra la campaña de vacunación contra el Covid y la medicina moderna.

El Dr. Raman es consciente de que camina por una pendiente resbaladiza. En un momento en que cualquier crítica a la medicina moderna puede malinterpretarse como una alineación con enfoques pseudocientíficos de la atención médica (homeopatía, ayurveda, etc.), él recorre con cautela el camino de exponer las fallas del sistema de salud de la India.

Comienza abordando la campaña de vacunación contra el Covid en la India, destacando cómo Bharat Biotech recibió permiso para el uso de emergencia de la vacuna Covaxin sin hacer públicos los datos del ensayo. Posteriormente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) suspendió el suministro de Covaxin a las agencias de las Naciones Unidas (ONU) por “prácticas de fabricación poco estrictas”.

Un par de semanas después de la publicación del libro, AstraZeneca admitió que Covishield puede causar un efecto secundario poco común que conduce a la formación de coágulos sanguíneos. Esta es otra pendiente resbaladiza que debe sortear el Dr. Raman porque cualquier pregunta sobre la legitimidad y eficacia de las vacunas puede malinterpretarse como una alineación con la agenda antivacunas, donde las teorías de conspiración sobre los efectos secundarios se vuelven locas.

Más allá de la controversia sobre las vacunas, el Dr. Raman detalla muchos relatos horribles de negligencia médica en su libro, desde un aspirante a atleta que muere durante una cirugía hasta un aspirante a jugador de bádminton que pierde la visión debido a un error. Estas experiencias resaltan el pésimo estado de la atención médica en la India, pero no pude evitar preocuparme de que pudieran hacer que el lector desprevenido se vuelva reacio a buscar ayuda médica en momentos de necesidad.

Es posible, por supuesto, aplicar su criterio para distinguir entre curanderos y profesionales genuinos, pero en un país como la India, donde el alarmismo es rampante, tales historias bien podrían hacer que la gente sospeche de la medicina moderna. Entonces, para dar el crédito a quien corresponde: el Dr. Raman aclara sus intenciones con frecuencia para que no se malinterpreten; no está tratando de disuadir a los lectores de buscar ayuda, sino más bien de abrirles los ojos a una institución que se ha vuelto cada vez más explotadora y corrupta.

De todos los capítulos del libro, quizás el más convincente sea el titulado “¿Las grandes farmacéuticas están influyendo en su tratamiento?” El Dr. Raman ofrece una visión detrás de escena del nexo impío entre los médicos y las grandes compañías farmacéuticas. Narra una historia familiar de un médico que acepta un billete en clase ejecutiva de una gran empresa farmacéutica para un evento de ventas en el extranjero. A cambio, se espera que el médico recete su medicamento a la mayoría de sus pacientes, excepto que este médico ahora también quiere un asiento en clase ejecutiva para su esposa. Los representantes de ventas de las grandes empresas farmacéuticas a menudo luchan por satisfacer estas demandas irrazonables.

El Dr. Raman explica que las grandes farmacéuticas recuperan los costos de sus ensayos clínicos al comunicarse con químicos y médicos, quienes pueden impulsar las ventas de su último fármaco. El químico aumenta las ventas diciendo “no hay otra marca disponible”, “el otro medicamento no es efectivo” y “no hay existencias” y los médicos prescriben en exceso estos medicamentos. “Los médicos suelen realizar un seguimiento de sus recetas y tener una buena idea de los ingresos que generan para la empresa”, observa el Dr. Raman.

Mientras las grandes farmacéuticas se confabulan con médicos y químicos, también juegan con la ley al encontrar lagunas que prohíben estrictamente la publicidad directa de medicamentos al público. Si a esto le sumamos las violaciones éticas durante los ensayos clínicos: obligar a los voluntarios a firmar, obligarlos a firmar formularios de consentimiento en un idioma que no pueden leer, falta de transparencia en torno a los datos clínicos de los medicamentos, tenemos una receta para el desastre.

Aunque la atención sanitaria en la India se ve empañada por la desigualdad tanto en términos de acceso como de calidad del tratamiento, los privilegiados tampoco se salvan. “Si cree que sólo el sector gubernamental es apático, piénselo de nuevo”, escribe el Dr. Raman, detallando muchos casos de negligencia criminal que sacudieron las cadenas de hospitales privados. Muchos de los hospitales privados construidos en grandes extensiones de terreno ocupan espacio para equipos médicos pero cuentan con poco personal.

Mientras el Dr. Raman pasa de una anécdota traumática y desgarradora a otra, formula una pregunta pertinente: ¿Por qué un sistema de salud deficiente no evoca tanta ira en los indios? ¿Por qué nos hemos vuelto tan complacientes? ¿Por qué no denunciamos las negligencias médicas que vemos a nuestro alrededor? Más importante aún: ¿cómo una profesión que antes se consideraba un sello distintivo de compasión y altruismo cayó presa de la codicia y los motivos para ganar dinero?

Reconoce que hay médicos, honestos, que nadan contra corriente, intentando mantener el sistema a flote. Sin embargo, todavía se necesitan muchas reformas para que podamos imaginar un futuro en el que la atención sanitaria equitativa y accesible ya no sea un sueño lejano para los indios.

Sick Business le hará temer la próxima vez que necesite un goteo intravenoso o una visita a la sala de emergencias. Dice mucho sobre el estado de la asistencia sanitaria en nuestro país.

El crítico es un crítico independiente de cine y libros que vive en Nueva Delhi. Él es @Deepansh75 en X